Vamos. No me mal interpretes. Pero la idea de todo el mundo para emprender siempre es un restaurante. Sapito tuvo la misma idea.
Él también trabajó para empresas en su juventud. Pero como siempre nos pasa, llega el día de la gran llamada a la oficina donde sabes que te van a dar la noticia que no quieres oir. A él lo llamaron. Iba con la esperanza de que su trabajo sobresaliente hiciera cambiar el mensaje de aquella reunión de oficina. Eso nunca pasa. Lo despedían como hacen las empresas normalmente.
Así que en día de inspiración tuvo el siguiente pensamiento que tú y yo hemos tenido tantas veces: “Voy a comenzar mi propio negocio. Así mi tiempo y mis recursos no dependerán de otros”.
El afán de Sapito era mantener a su familia de forma digna. Y poder dedicar el tiempo a lo que realmente le da sentido a su vida. El mismo afán tuyo y mío.
Pues con esta meta, ¡intentó cerca de 7 versiones diferentes de restaurantes! Desde vender la arepa más original con el maíz de verdad, pasando por el pollo apanado preparado con una receta especial y terminando en un restaurante de esos que su carta te hace sentir 7 estratos más altos del que tienes hoy.
¿Los has visto comenzar, crecer y luego caer? Como un sapito que brinca alto y vuelve al suelo. Pues Sapito vivió lo mismo en sus 7 restaurantes.
Como notarás, nuestro Sapito lo intentó ya 7 veces. Cualquiera pensaría que ya es suficiente. Que la vida, el universo o la tal llamada suerte, te están dejando claro que esto no es lo tuyo.
Vamos. El niño Dios no existe. La vida sí.
Por eso, Sapito decidió algo mejor. Intentar probar otros gremios o mercados diferentes. Como me dijo una vez, “Si esta vaca no da leche, suelte esa teta”.
Así que buscó otras formas de negocio:
En total, sumó 12 intentos de trabajo diferentes.
¡Todo un fracasado! NOOOOO. Fracasado el que no intentó el 13.
Imagina un hombre con familia. Sin dinero. Cerrando por última vez su negocio. Recibiendo de su esposa para el arriendo o para comprar la comida.
Esta es la imagen de un fracasado. Así me sentí muchas veces.
Pero mi gran tutor, Sapito, me enseñó que eso es mentira, pues esa es la imagen de alguien que ya está listo para descubrir una oportunidad.
La razón es simple…
Después de tanto intentarlo ya tienes acumulada mucha experiencia. No lecciones. Experiencia.
Y bien utilizada, te llevará a lo que sigue de esta historia.
Sapito terminó trabajando para una persona que pagaba lo mínimo, exigía mucho, pero no daba su 100%. Su negocio iba en picada. Y Sapito lo sabía.
Un día, uno de los proveedores de este negocio le contó a Sapito que estaban por retirar la mercancía de este negocio. Esto implicaba “perder esa plaza”, osea, que el pueblo lo tomaría alguien más con la misma mercancía.
Sapito pudo ver lo que ya había vivido: la solución era organizarse mejor, servir mejor a los clientes, y probar nuevas maneras de hacer crecer el negocio.
¿Sabes qué le faltaba a Sapito? DINERO!!! 😫
Pero un hombre con tanta experiencia ve soluciones, no problemas. ¿Qué hizo? ¿Qué podrías hacer tú en esta situación?
Para darte una idea de lo que logró. Sapito comenzó con 250000 pesos prestados. Y terminó vendiendo su negocio en decenas de millones.
Sapito lo logró al intento 13.
Sapito es una de las grandes personas que comenzó lo que hoy conoces como GurCoff. Su experiencia me ayudó mucho a crear, establecer y crecer nuestra heladería juntos.
Gracias a Jehová y a Sapito, tú y yo hoy tenemos ese lugar que uno quiere visitar cuando piensa en algo que sea diferente. Ese lugar para llevar a la novia, a los hijos o a sus amigos para probar algo distinto. También, donde sentirse muy bien.
Sapito gracias por no rendirte. Gracias por tu éxito 14. ¡Gracias por ayudarnos a tener nuestra heladería favorita GurCoff!